Editorial

Sin embargo en otros países se privilegia el uso de dispositivos en el aula como elementos clave en la educación y aseguran tener excelentes resultados, contrastando con países como Suecia en el que desde hace tiempo se ha restringido el uso de teléfonos celulares en el salón de clases. El tema está generando controversias serias sobre los riesgos y beneficios y es sin lugar a dudas uno de los asuntos más importantes de la investigación pedagógica actual.

Pantallas o libros, la respuesta genera intensos debates y aunque es evidente que el uso del teléfono celular está generando peligrosas adicciones, negarse a aceptar que el mundo no se concibe ya sin el uso de la tecnología es absurdo cuando la inteligencia artificial está arrasando con todo lo que creíamos inmutable y revelando cosas que hace unos años parecían imposibles. Negarlo es una postura fuera de la realidad. El reto es enorme, integrar de manera que los dispositivos sean complemento y apoyo en la educación.

La tecnología utilizada adecuadamente es una estrategia de aprendizaje. La integración tecnológica en el aula, bien planificada es un recurso inmejorable para mejorar el rendimiento educativo. Los profesionales de la educación lo saben y están convencidos de que en la educación actual es esencial adoptar estrategias pedagógicas que aprovechen el potencial tecnológico sin reemplazar las metodologías tradicionales.

 La formación crítica y responsable en el uso de tecnología es indispensable para preparar a los estudiantes para los retos del mundo actual. Al combinar enfoques tradicionales con herramientas digitales de manera equilibrada, es posible enriquecer el aprendizaje y fomentar competencias clave para este siglo XXI.

Sin embargo, el pensar que la escuela, es solo una parte de la educación no es verdad, es indudablemente la de mayor relevancia, pero la función educativa se produce en múltiples escenarios, lo que llamamos “educación no formal “sucede fuera de los marcos oficiales. Esto no se controla y tiene que ver con el entorno y las experiencias diarias de la vida. Los escenarios externos y la adicción a las pantallas representan un desafío nunca antes visto en la enseñanza formal.

Las educación institucionalizada tiene serios inconvenientes, no se puede dejar al sector educativo con toda la responsabilidad, son enormes las dificultades que enfrentan los maestros y las maestras para enseñar. Las limitaciones económicas son un factor evidente pero también la dificultad para mantenerse al día debido al acelerado avance de la ciencia y la tecnología. Y en tanto que en el mundo se debate sobre el uso de celulares en el aula, en otras partes los problemas de pobreza, salud, marginación son la realidad cotidiana. La paradoja.

La crisis en la educación ante el avance de la inteligencia artificial y todo lo que esto conlleva es universal y ha tomado por sorpresa a los gobiernos que intentan adaptarse a la nueva realidad. La revisión de las políticas educativas es urgente porque los sistemas educativos no corresponden a la realidad que sorprende cada día por sus innovaciones.

 El reto de sacar adelante a estas nuevas generaciones a través de la educación institucional es enorme. Los complejos escenarios del mundo actual requieren de nuevos planteamientos, la tecnología sí, pero sin perder nunca el enfoque humanista. Pensar, reflexionar e interpretar. Desarrollar esos hábitos de reflexión permanente, tanto en ámbitos científicos como cotidianos, eso es imprescindible en la formación de los nuevos hombres y mujeres de este siglo.

viveleyendo.normabustamante@gmail.com