Editorial

Perspectiva: Los libros

Por Redacción | lunes, 16 de junio de 2025

EMX-Perspectiva: Los libros

Por Norma Bustamante


En los últimos años del siglo veinte, los avances vertiginosos de la tecnología parecían indicar que la era del papel iniciaba su declive. Los medios impresos de comunicación y las editoriales veían el futuro con desconfianza y pesimismo, el tema no era el futuro del libro, sino si en realidad el libro tenía futuro.

A varias décadas de distancia la sobrevivencia del libro es evidente, las nuevas tecnologías de la información son superiores a lo que se había imaginado, pero las librerías siguen allí, las Ferias del Libro se llevan cabo constantemente y el periodismo impreso ha sobrevivido. El apocalipsis temido no sucedió y el doce de noviembre se sigue celebrando el Día Nacional del Libro.

Fui y aunque retirada temporalmente, orgullosamente “librera” esto es, vendedora de libros, una actividad sumamente difícil. Una buena librería en general cuenta con treinta mil títulos y eso no es ni el uno por ciento de los millones que hay en venta. Lo básico en esta área empresarial es que se tiene que anticipar con base en la experiencia la adquisición del acervo y darle a la librería un perfil definido.

El ideal es comprar libros que no permanezcan mucho tiempo en las estanterías y con los recursos recuperados y aumentados seguir esta dinámica de vender pronto, es así que entonces se entra en un círculo muy positivo de crecimiento y buen servicio, pero si se compran libros que no se venden, aunque se tenga el derecho a devolución, se perdieron los gastos de empaque y envío y el espacio que tuvo el libro en su estancia en la librería, si no se tiene derecho a devolución empieza a generarse un problema, el presupuesto para nuevas compras se contrae, el inventario se hace viejo, los clientes encuentran cada vez menos novedades y dejan de ir, se vende menos y los gastos no disminuyen.

El no vender suficientes libros es el flagelo de toda librería y esta situación puede darse aún con estantes cargados de libros buenos y excelentes, pero si el libro no encuentra su lector, se convierte en un libro perdido sin esperanza alguna. La tarea del librero implica, definir y colocar el libro donde corresponde y hacer que surja lo que a veces es un milagro.

 Los libreros son por decirlo de una manera romántica, seres de raro talento capaces de organizar encuentros entre los libros y sus posibles lectores y que surjan de esos encuentros, simbiosis que muevan a esos lectores a encontrar posibilidades inéditas de sí mismos.

Pero esta visión del encuentro es ciertamente utópica, porque la realidad es que esos posibles lectores, escasean. Incluso hay millones de personas con estudios universitarios que, por extraño que parezca, no son lectores. La gran barrera para la difusión de libros,es esa, los que leen libros son pocos, muy pocos.

Por eso, el verdadero problema del libro no es el advenimiento de la tecnología sino el poco o nulo interés que se tiene por el conocimiento. Si la lectura digital aumentara ese interés sería un enorme avance cultural, pero no es así y aunque como dijo Schopenhauer, la lectura no puede reemplazar al pensamiento, es innegable que leer cambia el sentido de la vida, los objetivos y la vida misma.

Los libros están allí, esperando al lector, esperando el encuentro. Y allí están también los que lo hacen posible, los heroicos libreros. Mi reconocimiento al héroe de estas batallas en Tijuana, mi amigo Alfonso López Camacho, pionero y luchador que ha heredado a su hijo la vocación y la entrega. Larga vida a la Feria del Libro de Tijuana, que sigue allí imbatible y fuerte ante los nuevos vientos y los viejos problemas de esta profesión.

Porque sin la lectura, todo se vuelve ruido y desolación, un camino sin sentido.
viveleyendo.normabustamante@gmail.com