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Pueblo magico de Michoacan se reinventa: La eterna navidad en TLALPUJAHUA

Por Redacción | viernes, 27 de noviembre de 2020

EMX-Pueblo magico de Michoacan se reinventa: La eterna navidad en TLALPUJAHUA

Continúa la tradición que dos migrantes michoacanos iniciaron desde 1960


Tlalpujahua, Michoacán.- Desde hace 20 años que la competencia china desplomó la venta y producción de esfera a mano en México, artesanos de Tlalpujahua, Michoacán, ya comercializan nuevamente las esculturales piezas de cristal soplado en tiendas especializadas de Estados Unidos.

Hablar de un solo modelo y figura de esfera o un color, es interminable, porque Tlalpujahua está vestida de una gama de figuras geométricas y asimétricas de cristal en las que se pierden los rayos del sol, las nubes del atardecer o incluso la tenue luz de la luna.

Los desgastados y maltratados dedos de los artesanos de Tlalpujahua que son expuestos a corta distancia a 600 grados centígrados de calor para fundir el vidrio, son el resultado de la herencia que dejó una pareja de migrantes michoacanos, que desde 1960 trajeron la técnica de la esfera hecha a mano a México.

A 60 años de que Joaquín Muñoz Orta y María Elena Ruíz Villagrán emprendieran la técnica de soplado para la elaboración de esfera, aún se conserva este tradicional oficio y hace de ese Pueblo Mágico de Michoacán, la mejor opción para adornar miles de hogares en la época navideña.

Alfredo Federico Muñoz Ruíz, uno de los hijos de don Joaquín y doña María Elena, recuerda que tras estar un tiempo en Estados Unidos, sus padres regresaron a México con la técnica de elaboración del árbol de navidad, pero también tenían que adornarlos para hacerlos más atractivos.

De ahí, dijo, que en 1960 nace la idea de iniciar con la elaboración de esfera navideña por don Joaquín Muñoz, quién en poco tiempo llegó a emplear a cerca de mil 500 personas que producían un aproximado de 15 millones de piezas por época.

La fábrica fue llamada “Adornos Navideños” y con el paso del tiempo, se transformó en un conjunto de fuentes de empleo: “La Casa de Santa”, “La Villa Navideña”, entre otras más, donde elaboran todo tipo de adornos y ofrecen espectáculos gratuitos para el visitante de todas las edades.

Hoy en día, detalló Muñoz Ruíz, esa actividad representa el 60 por ciento de la economía de ese municipio ubicado a 160 kilómetros de la ciudad de Morelia y deja una derrama de octubre a diciembre de cerca de 180 millones de pesos, por temporada.

En esta cantidad, explicó, está incluida la compra de esfera y otras artesanías navideñas, hospedaje y comida, en la que se ven beneficiados los 27 mil 788 habitantes del municipio, como artesanos, trabajadores de las fábricas, prestadores de servicios turísticos e incluso proveedores.

Pero esas cifras, son solo el 5 por ciento de lo que todavía en el año 2000 representaba, pues ahora, entre todos los artesanos producen y comercializan por año cerca de 30 millones de piezas en el mercado nacional, explicó, el empresario artesano.

Actualmente existen en Tlalpujahua poco más de 400 talleres artesanales instalados en las casonas de esas empedradas y pintorescas calles, donde al igual que “En la Casa de Santa” y “La Villa Navideña”, exhiben al público sus destrezas para el soplado y decorado de la esfera.

La Villa Navideña, cumplió apenas tres años de su construcción y funcionamiento. Su arquitectura es un prototipo de la calle de Baviera, al principal de Rothenburg, Alemania, en honor a los primeros artesanos de esferas en la historia del planeta.

Tres jóvenes estudiantes del Conservatorio de Morelia, y adolescentes de alguna escuela, cantan y bailan villancicos a niños y jóvenes, a propios y extraños, al pie de un escenario construido por los Muñoz.

Herencia que da color.

Para Alfredo y sus hermanos, es una responsabilidad muy grande conservar la técnica en la elaboración de la esfera, al ser hijos de los primeros artesanos que dio México, ya que del “ABC” de sus padres han salido grandes sopladores y decoradoras.

Por eso es que cada año acuden a las convenciones internacionales para actualizarse en nuevas tecnologías y diseños de esferas que, mejoran al regresar a México, para ofrecer al consumidor, año con año, nuevos modelos vanguardistas.

Las elegantes piezas de los Muñoz, incluso han traspasado fronteras y vestido grandes palacios como la Capilla Sixtina de El Vaticano y la Casa Blanca durante la época decembrina.

También, en un par de navidades, adornaron de coloridos cristales geométricos, los árboles del Vaticano, del aula Pablo VI y del Museo Vaticano, bendecidos, respectivamente por su Santidad Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Como resultado, la tradición y el oficio ha pasado de generación en generación, por lo que todos los artesanos han salido del primer taller en México que fundó el matrimonio Muñoz Ruíz, apoyados por sus 10 hijos, para comenzar a fabricar una nueva historia económica para ese pueblo.

En Tlalpujahua se puede encontrar todo tipo de esfera, desde chimborro, chilaca, campanela, campana, centros de mesa, colgantes, prismas y demás infinidad de modelos que van desde los 3 hasta los 300 pesos según el modelo, tamaño y acabado.

Javier Vidal Ramírez tiene 43 años de edad y le ha dedicado 20 de ellos a la elaboración artesanal de la esfera, oficio que aprendió en “Adornos Navideños”, la fábrica de don Joaquín Muñoz.

De su trabajo dependen sus seis hijos (4 varones y 2 mujeres), su esposa Lilia Monroy Téllez y cuatro trabajadores más. De ello dan cuenta sus lastimadas manos por el calor y trabajo detallado que requiere la esfera para hacer de cada una, esa pieza excepcional.

Don Javier domina muy bien la técnica artesanal, desde el soplado y moldeado a muy altas temperaturas, hasta el detallado fino del decorado del que se encarga su esposa Lilia, una mujer de 37 años de edad que se ha convertido desde hace 17 años en su inseparable cómplice.

El hombre de tez morena, robusto y amigable, cuenta a EL MEXICANO que si podría describir su oficio en unas cuantas palabras, sería “el trabajo más bonito del mundo”, porque desde pequeño soñaba algún día saber cómo se hacía una esfera.

Las luces que destellan de los coloridos cristales le llamaban la atención, pero más aún, “la forma en la que miles de personas que visitaban al pueblo en época navideña veían y admiraban cada esfera”, platica el señor Vida, sentado en el área de soplado. La silueta de Javier Vidal al interior de su propio taller es flanqueada por la arquitectura colonial de la Iglesia del Carmen, mientras el aliento emanado de sus pulmones da vida a cada figurilla. Frente a él, su esposa Lilia se esmera con el platinado, la decoración y acabado a mano de las esferas.

En su taller, como en todos los demás de Tlalpujahua, se exhibe lo que los artesanos han aprendido a lo largo de los años, para ver finalmente sonreír y disfrutar a los consumidores y turistas de ese producto orgullosamente mexicano y más aún… ¡michoacano!.

El color de Tlalpujahua:

La Villa Navideña

La Casa de Santa