Tijuana

La obra no solo buscó embellecer el espacio, sino también invitar a la reflexión y a la participación comunitaria. Durante la jornada, decenas de personas acudieron al lugar y se sumaron a la iniciativa dejando mensajes, dibujos y huellas de colores en el muro fronterizo.

“Es un recordatorio de que la paz empieza desde lo que compartimos con los demás”, señaló Chiu, quien alentó a las familias, jóvenes y visitantes a sumarse con mensajes positivos y expresiones artísticas.

Las frases “que haya más unión” y “la paz es el camino” se leyeron entre las aportaciones, consolidando la obra como un espacio de encuentro y esperanza. La paloma blanca, pintada con las alas extendidas hacia ambos lados de la frontera, se convirtió en un símbolo de fraternidad que trasciende barreras y refleja el deseo de los tijuanenses de vivir en un mundo con menos muros y más solidaridad.