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El enfrentamiento, celebrado ante miles de espectadores y con amplia difusión internacional, marcó un punto de quiebre en el desarrollo del combate a partir de los asaltos intermedios, cuando su rival logró imponer mayor experiencia, potencia y control del ritmo. Paul fue superado con claridad hasta que el réferi decidió detener la pelea, decretando su derrota.

Durante los primeros rounds, Jake Paul intentó mantenerse competitivo con movilidad y golpes aislados; sin embargo, con el paso del combate mostró desgaste físico y dificultades defensivas ante la presión constante de su oponente. La pelea evidenció las diferencias entre un boxeador con trayectoria consolidada y el creador de contenido que ha incursionado en el pugilismo profesional en los últimos años.

Con este resultado, Paul suma un nuevo tropiezo en su carrera, lo que ha generado reacciones divididas entre aficionados y analistas: mientras algunos reconocen su esfuerzo por enfrentar rivales de mayor nivel, otros cuestionan su competitividad frente a boxeadores de élite.

Tras la pelea, se espera que Jake Paul emita un posicionamiento sobre su futuro en el boxeo, disciplina en la que continúa siendo una figura mediática, aunque cada vez más exigida por el nivel de sus oponentes.