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La calumnia es el delito que consiste en acusar a alguien sin pruebas, procurando afectar su dignidad, honor o reputación.
En México como en otros países del mundo abundan las mujeres y hombres que calumnian a otras a sabiendas de que faltan a la verdad.
Las acusaciones falsas para perjudicar el honor de otras personas no son nuevas. En los tiempos bíblicos encontramos a hombres íntegros que fueron vilmente calumniados: a José, hijo de Jacob, lo calumnió una mujer cuyas insinuaciones sexuales fracasaron con él. A Jesús de Nazaret lo calumniaron sin compasión los religiosos de su tiempo, contratando incluso a testigos falsos, a pesar de que la ley de Moisés prohibía terminantemente el falso testimonio (Deuteronomio 5:20).
En el ámbito político las calumnias formuladas por personas que tienen la intención de dañar la imagen y trayectoria de otros políticos se reproducen a diario, buscando la satisfacción de determinados intereses. Regularmente, este tipo de mentiras buscan tener un impacto en el proceso electoral.
Esto ocurre frecuentemente en redes sociales porque quienes calumnian creen a pie juntillas en la máxima de Joseph Goebbels, quien dijo: “Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira, más gente la creerá”.
El Jefe del Departamento de Propaganda del Partido Nacionalsocialista del Tercer Reich también decía: “Una mentira repetida mil veces se convierte en una realidad”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió el pasado 28 de febrero a dicha frase al denunciar una campaña que busca mediatizar el tema de la violencia en México, una mentira que es financiada por sus adversarios políticos, señaló.
“Ese señor era el jefe de propaganda de Hitler y a él se le atribuye la frase de que una mentira que se repite muchas veces puede convertirse en verdad, y esa máxima es la que se ha utilizado en el periodismo mercenario durante siglos y todavía se sigue usando hasta la fecha, bueno yo soy víctima de eso”, explicó el Jefe del Ejecutivo Federal.
La calumnia es ruin y cobarde. Se comete en agravio de políticos, deportistas, magistrados, notarios, artistas, líderes religiosos, así como en perjuicio de personas que deciden no tomar parte de lo público. Cuando procede de un comunicador
El problema es que la mayoría de las personas calumniadas tienen que sufrir las consecuencias del descrédito sin que se obligue a los calumniadores mediáticos a reparar el daño, dejando impune el delito en cuestión.
Esto se observa con más frecuencia desde que fueron despenalizados, en 2007, los delitos de calumnia, difamación e injuria del Código Federal. En noviembre de 2011 el Senado aprobó despenalizar la difamación, la calumnia y la injuria de la Ley sobre Delitos de Imprenta. Actualmente solo cuatro estados de la República Mexicana castigan con prisión y multas económicas la difamación y la calumnia: Nuevo León, Yucatán, Querétaro y Sonora.
Así las cosas, los periodistas que se conducen deshonestamente pueden decir a sus anchas lo que quieran, pues sólo se someten a la autorregulación mediática, “observando” únicamente los códigos deontológicos emitidos por las empresas periodísticas para las que trabajan, cuyo incumplimiento sólo afecta su imagen y credibilidad al no ajustarse a los valores éticos, pero sin sufrir nunca consecuencias legales.