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Por Dr. Leonardo Abarca Jiménez | miércoles, 27 de noviembre de 2024
UN PASO HISTÓRICO: MÉXICO RECONOCE LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES EN SU CONSTITUCIÓN
En un avance significativo en materia de derechos y bienestar animal, México ha dado un paso crucial con la reciente reforma constitucional que reconoce la protección de los derechos de los animales como una prioridad estatal. El pleno de la Cámara de Diputados aprobó en lo general con 450 votos a favor, un dictamen por el que se reforman los artículos 3, 4 y 73 de la Constitución, a fin de establecer que el Estado mexicano debe garantizar la protección, el trato digno, la conservación, así como la prohibición del maltrato a los animales.
Esta enmienda -considerada histórica- marca un antes y un después en la forma en que los animales son percibidos y tratados en el país. Más allá de su simbolismo, la reforma implica un compromiso para garantizar un trato digno y ético a los animales, posicionando a México como un referente en la región.
Durante décadas, los animales en México han sido víctimas de abuso, explotación y abandono, en gran parte debido a la falta de un marco legal sólido que garantizara su protección. Aunque existían leyes estatales y municipales para sancionar el maltrato, su implementación era desigual y, en muchos casos, insuficiente. La reforma constitucional eleva el tema al nivel más alto de la jerarquía normativa, estableciendo las bases para una legislación nacional más robusta y uniforme.
Esta decisión refleja un cambio en la mentalidad social y política hacia un modelo más inclusivo, que reconoce a los animales como seres sintientes con derechos que deben ser protegidos. Además, responde a la creciente presión de organizaciones civiles, activistas y ciudadanos que han exigido durante años un cambio real en la forma en que los animales son tratados en el país.
La inclusión de los derechos de los animales en la Constitución no solo tiene un carácter simbólico, sino que conlleva una serie de implicaciones legales y prácticas:
1. Reconocimiento de los animales como seres sintientes: Esto establece que los animales tienen la capacidad de experimentar dolor, sufrimiento y bienestar, lo que obliga al Estado a implementar políticas públicas que prioricen su protección.
2. Obligación de los tres niveles de gobierno: La reforma implica que tanto el gobierno federal como los estatales y municipales deben adoptar medidas concretas para garantizar el bienestar animal, desde la creación de reglamentos hasta la asignación de recursos.
3. Mayor peso en la legislación secundaria: Al estar reconocidos en la Constitución, las leyes y reglamentos locales deberán alinearse con este principio, lo que podría fortalecer sanciones por maltrato, promover la educación sobre bienestar animal y fomentar prácticas éticas en sectores como la ganadería, la investigación científica y el entretenimiento.
4. Participación ciudadana: La reforma también otorga legitimidad a los esfuerzos de la sociedad civil para vigilar y exigir el cumplimiento de los derechos animales, impulsando una mayor colaboración entre ciudadanos y autoridades.
A pesar de su importancia, la reforma constitucional por sí sola no resolverá todos los problemas relacionados con el maltrato animal. El gran reto ahora es convertir estas disposiciones en acciones concretas y efectivas.
La historia de México muestra que muchas leyes progresistas no han logrado impactar la realidad debido a la falta de implementación adecuada, recursos insuficientes o la indiferencia de las autoridades. Para evitar que esta reforma sea una más en la lista de “letra muerta”, es necesario que tanto el gobierno como la sociedad trabajemos en conjunto con las siguiente acciones:
1. Fortalecimiento institucional: Las instituciones encargadas de la protección animal, como las procuradurías ambientales y las unidades de control animal, deben recibir mayor presupuesto, personal capacitado y herramientas para actuar eficazmente.
2. Educación y concienciación: Cambiar la percepción de los animales como simples objetos hacia un reconocimiento de su dignidad requiere un esfuerzo educativo. Las campañas de sensibilización en escuelas, comunidades y medios de comunicación son fundamentales para generar un cambio cultural.
3. Vigilancia ciudadana: La sociedad tiene un papel crucial en la supervisión del cumplimiento de la reforma. Denunciar casos de maltrato, exigir transparencia en las acciones gubernamentales y apoyar iniciativas de bienestar animal son formas de garantizar que la reforma no quede en el papel.
4. Colaboración multisectorial: La protección animal debe involucrar a todos los sectores de la sociedad, incluyendo empresas, académicos y organizaciones no gubernamentales, para desarrollar políticas integrales que aborden desde el abandono de mascotas hasta la regulación de prácticas industriales.
En el plano legal aunque el reconocimiento de los derechos animales en la Constitución es un gran avance, el cambio real comienza con la acción cotidiana de cada ciudadano. Desde apoyar a refugios hasta adoptar en lugar de comprar mascotas, cada acción suma.
Asimismo, la participación activa en movimientos y organizaciones de bienestar animal puede generar una presión constante para que las autoridades cumplan con su deber. Las redes sociales han demostrado ser una herramienta poderosa para visibilizar casos de maltrato y exigir justicia, por lo que su uso responsable y estratégico es clave para lograr resultados.
Esta reforma constitucional es un motivo de esperanza y orgullo, sin embargo, representa solo el inicio de un largo camino hacia una sociedad más ética y compasiva. Los beneficios de esta reforma no solo impactan a los animales, sino también a los humanos, pues una sociedad que respeta a los seres más vulnerables es sin duda una sociedad más justa.