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El Corrido Mexicano, es un género musical épico-lírico-narrativo, constituido en cuartetos de rima variable, que relata y refleja poderosamente la sensibilidad de las multitudes. Usualmente en su carácter narrativo describe hazañas, guerras y combates.
A lo largo del tiempo y en las distintas etapas de nuestro México post-revolucionario, el Corrido —después de géneros parecidos que lo precedieron, como la copla— se cristaliza y adquiere una personalidad propia, tal como ahora lo conocemos. El Corrido Mexicano por lo regular ensalza la valentía de los protagonistas, desde los que se rebelaban contra el gobierno porfirista, hasta la revolución zapatista, el villismo, el obregonismo y todas las etapas del movimiento revolucionario.
Es quizás a partir de los años treinta cuando el Corrido se vuelve más artificioso, más intelectual y pierde frescura y fluidez. Sin embargo, su esencia sigue siendo la misma: la voz del pueblo reseñando los sucesos importantes y los personajes que son para el pueblo mismo, los héroes del momento, vivos y muertos. El Corrido era el canto revolucionario por excelencia; de esta manera la gente se enteraba de los acontecimientos, constituía un auténtico medio de comunicación. “Patria México, febrero 23, dejó Carranza pasar americanos, dos mil soldados, doscientos aeroplanos, buscando a Villa queriéndolo matar”.
Entre 1880 y 1930 transcurrió el auge del Corrido. Los mismos protagonistas de los hechos los componían o contaban la hazaña a un creador que acomodaba los versos y le ponía música; de ese modo el pueblo tenía su propia voz. Los creadores de los Corridos eran los miembros de la sociedad en que se producían los acontecimientos —testigos presenciales de los hechos— o los describían a anónimos creadores populares que, con su fantasía, armaban rápidamente el relato dándole una forma poética y musical.
Luego, cuando el género se “culturaliza”, se hace apología de boxeadores y personajes populares, siempre exacerbando sus cualidades. El Corrido arropa desde el relato de tragedias en los pueblos o en los barrios hasta apología de caballos y toreros, pasando por la historia de Rosita Alvírez, cuyo corrido me parece estremecedor en su versión completa y que fue mi guía social en otros tiempos.
En los últimos años en nuestro país, el Corrido ha tomado una forma distinta. Su contenido dista mucho de reivindicar héroes o describir hazañas y sucesos, sino que exalta las figuras de los líderes de la delincuencia, se canta en espectáculos de todo tipo y se transmite masivamente a través de los modernos medios de comunicación. La pregunta obligada es: si el Corrido Mexicano, que ha dado la vuelta al mundo por su riqueza cultural, es un género popular, ¿por qué las políticas de gobierno recomiendan censurarlo?
Podríamos decir de entrada que el narco corrido no es el Corrido Mexicano. No nace de una auténtica expresión social, es un género que se apropia de las características del original Corrido, pero con un interés auténticamente comercial que intenta —y lo logra— posicionarse en el gusto popular. Y lo más evidente: en tanto que el auténtico Corrido Mexicano exalta los valores del heroísmo humano, el narco corrido invita y anima a emular a personajes evidentemente relacionados con delincuencia y crimen.
Los conciertos en los que se interpretan narco-corridos, más allá del revuelo que se causa en el concierto mismo, influyen en el público asistente de manera tal que podríamos decir que allí se gestan o se fortalecen los nuevos cuadros jóvenes que alimentarán las filas de los grupos criminales. Usted decide.