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A través de los tiempos las mujeres han ido ganando terreno en materia de derechos humanos. Los avances son significativos, nadie puede negarlo, como tampoco se puede negar que aún existen importantes desafíos y desigualdades en las que debemos trabajar desde nuestra trinchera.
La preocupación más grande en México y el mundo es la persistente e inaceptable violencia contra las mujeres, un problema presente en varios países del orbe, incluido el nuestro, manifestándose en expresiones de odio en contra de las mujeres. Una de ellas, quizás la más deplorable, es lo que el sistema penal mexicano tipifica como feminicidio.
El artículo 325 del Código Penal Federal establece respecto a esta violencia feminicida: “Comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género…”.
Este artículo menciona enseguida que, para que sea considerado un feminicidio, deben concurrir en el acto contra la mujer las siguientes siete circunstancias: que “la víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo”; que “a la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia”; que “existan antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en el ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima; que “haya existido entre el activo y la victima una relación sentimental, afectiva o de confianza”; que “existan datos que establezcan que hubo amenazas relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima; que “la víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida; que “el cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público”.
Aparte de esta irracional violencia en agravio de la mujer, otro desafío a considerar es la discriminacion contra las mujeres en el ámbito laboral, un problema que sigue haciendo de las suyas a pesar de la larga lucha orientada a reducir la brecha salarial con el propósito de eliminar la disparidad de ingresos entre hombres y mujeres. Lastimosamente, a estas alturas del partido las mujeres siguen ganando menos que los hombres.
La sociedad se pregunta insistentemente por qué las leyes y acciones gubernamentales no han podido erradicar esta lamentable desigualdad. La respuesta es simple: porque en esta lucha sigue estando presente la mano de muchos misóginos que no valoran a la mujer en su justa dimensión, viendo en ella capacidades y talentos inferiores a los que tiene el hombre.
Esta visión distorsionada impide la eliminación de males perjudiciales como la misoginia y los estereotipos de género, estos últimos son creencias generalizadas sobre grupos de personas con base en información parcial e inacabada. Avanzar en la erradicación de esta problemática es fundamental para lograr la tan anhelada igualdad de género.