Editorial

Las dos sedes, separadas por una distancia física de aproximadamente 3.5 kilómetros, estuvieron siempre en la misma sintonía. Los fieles presentes en los dos lugares estuvieron unidos por una misma fe, virtud que los impulsó a viajar de distintos estados de la República a la ciudad de Guadalajara para recordar con devoción el sacrificio redentor del Hijo de Dios.

Una ola de alegría recorrió cada espacio del monumental templo de La Luz del Mundo, engalanado exquisitamente para la fiesta más grande de toda la tierra. En este templo, con capacidad para 15 mil personas cómodamente sentadas, así como en la Glorieta Central y las calles que convergen a ella, los creyentes en Cristo Jesús esperaron el momento cumbre de la solemnidad: la oración de misericordia que habría de consumar la preparación de la multitud para participar dignamente del pan y la copa de bendición.

El momento que se vivió fue histórico por ser la primera vez en que únicamente nueve estados de la República Mexicana se reunieron para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo en la manera ordenada a través de su palabra.

Entre lágrimas, cánticos y oraciones, la multitud conformada por hombres y mujeres de diferentes edades, conmemoró el acto de amor supremo que llevó a la cruz a Jesucristo, el ser que triunfó al ofrendar su vida en la cruz del Calvario.

El clímax del momento ocurrió cuando subió a los cielos la oración apostólica de intercesión, instante sublime e indescriptible, en el que la familia de la fe sintió que se perfeccionó la preparación espiritual que sus integrantes iniciaron en sus lugares de origen. Fue el momento glorioso del perdón, de la reconciliación, de la comunión con Dios.

El Apóstol de Jesucristo Naasón Joaquín García, a través del emisario apostólico, bendijo luego el pan y el vino, para enseguida enviar a los ministros facultados a repartir las especies bendecidas a quienes esperaron dos años la llegada de este momento de bendición.

La Santa Cena terminó con el agradecimiento sincero de la Iglesia a las autoridades de los tres niveles de gobierno, por las facilidades para la realización de este evento, reiterando su compromiso de seguir brillando con buenas obras mediante la práctica de los altos valores de Jesucristo.