Editorial

La visión de lo invisible: La escritura en los adultos mayores: ocio, terapia y legado

Por Redacción | viernes, 17 de octubre de 2025

EMX-La visión de lo invisible: La escritura en los adultos mayores: ocio, terapia y legado

Por José Rogelio Brambila Suárez


En un mundo donde todo parece correr a contrarreloj, detenerse a escribir puede parecer un acto menor, casi un lujo sin tiempo. Pero para muchos adultos mayores, la escritura no es un pasatiempo ocioso, sino un espacio vital. Allí, entre el papel y la memoria, se reconstruye la historia personal y colectiva. Escribir se convierte en un modo de seguir dialogando con la vida. Hablar de escritura en la vejez es hablar de una actividad que abarca tres dimensiones fundamentales: el ocio creativo, la salud emocional y terapéutica, y el legado cultural. Estas tres vertientes no compiten entre sí, sino que se entrelazan y dan forma a una práctica profundamente humana.                                                                                                                                                           
1. La escritura como ocio creativo

Cuando se habla de ocio, se piensa en descanso, distracción o entretenimiento. Pero el ocio, entendido como un espacio libre para el espíritu, también puede ser una oportunidad de creación. En este sentido, la escritura es uno de los pasatiempos más completos que puede adoptar un adulto mayor.

A diferencia de otras actividades recreativas, escribir no requiere grandes recursos. Basta con una hoja y un bolígrafo, o incluso con un cuaderno viejo y el deseo de expresarse. No hay horario, ni competencia, ni límites físicos. Es un ocio accesible, íntimo y profundamente personal.

Muchos mayores encuentran en la escritura un placer renovado: escribir cartas que ya nadie envía, diarios personales, poemas improvisados o crónicas familiares. A través de la palabra, reviven momentos, dialogan con sus recuerdos y dan forma a su imaginación. Este tipo de ocio no solo entretiene; estimula la mente, ejercita la memoria y da sentido a los días.

El ocio creativo, en este caso, no es tiempo vacío: es tiempo bien vivido. Escribir se convierte en una manera de mantenerse activo mentalmente, de disfrutar la soledad sin sentirse solo, y de comprobar que el pensamiento y la sensibilidad no envejecen con el cuerpo.

2. La escritura como herramienta de salud y terapia

Más allá del entretenimiento, la escritura tiene un valor terapéutico ampliamente reconocido. Diversos estudios han demostrado que el acto de escribir ayuda a ordenar pensamientos, disminuir el estrés y procesar emociones. En los adultos mayores, esta práctica puede tener efectos especialmente beneficiosos.

Cuando una persona mayor escribe sobre su vida, no solo recuerda; reinterpreta lo vivido. Las pérdidas, los duelos, las nostalgias o los conflictos encuentran su cauce en las palabras. Escribir ayuda a sanar. Permite darle un nuevo significado a lo pasado y reconciliarse con lo que no se dijo o no se resolvió.

En talleres comunitarios o en espacios personales, muchos adultos mayores descubren que la escritura los acompaña mejor que cualquier medicamento. Poner en palabras la tristeza o la esperanza reduce la ansiedad y fortalece la autoestima.

Hay quienes escriben cartas a sus seres queridos fallecidos como una forma de despedida, quienes redactan memorias familiares para sentirse útiles, o quienes simplemente escriben para no olvidar. Cada texto, por sencillo que parezca, es una forma de terapia silenciosa.

3. La escritura como legado cultural

Pero la escritura también tiene una tercera dimensión: la del legado. Lo que empieza como un pasatiempo o una terapia termina muchas veces convertido en testimonio. Cada cuaderno lleno, cada hoja escrita, es un fragmento de historia personal que nutre la memoria colectiva.

Las abuelas que anotan recetas, los abuelos que registran recuerdos del mar o de los campos, los mayores que escriben sus vivencias de infancia: todos ellos están haciendo historia, aunque no lo sepan. Son los cronistas naturales de su tiempo.

Y abundan ejemplos de esto. Personas mayores que narran cómo era la ciudad antes de su crecimiento urbano, cómo se vivían las fiestas patronales, cómo se trabajaba en los muelles o cómo se conocieron los primeros matrimonios que fundaron los barrios. Escribir esas historias es rescatar la identidad de una comunidad.

El legado no siempre se mide en libros publicados. A veces basta con un cuaderno guardado en un cajón, una carta dirigida a los nietos, o un texto mecanografiado en una vieja computadora. Lo que importa no es la forma, sino el contenido: la voz que queda, el testimonio que trasciende.
Esa es la magia de la escritura: permite a las personas mayores seguir presentes, incluso cuando ya no estén físicamente. Sus palabras quedan, flotando en el tiempo, como un puente entre generaciones.

4. El poder de la palabra en la vejez

Hay algo profundamente humano en ver a un adulto mayor escribir. Cada palabra que traza es una afirmación de vida. Mientras la sociedad suele reducir la vejez a la quietud o al silencio, la escritura devuelve movimiento y voz. Es el espacio donde el tiempo deja de ser enemigo para volverse aliado.

Al escribir, los mayores no solo registran lo que fueron, sino lo que aún son. Descubren que siguen teniendo algo que decir, que su mirada sobre el mundo importa. Y eso, en sí mismo, es un acto de autoestima y de afirmación.

En una época donde la atención se dispersa en pantallas, ellos nos enseñan la lentitud de la palabra escrita, el valor del pensamiento pausado. Nos recuerdan que la comunicación más profunda no necesita prisa.

Reflexión final
La escritura en los adultos mayores no es un lujo, ni una simple distracción: es un acto de continuidad vital. Es el espacio donde convergen el ocio creativo, la salud emocional y el legado cultural. Escribir mantiene viva la mente, calma el alma y deja huella en la historia familiar y comunitaria.

Quizá no todos lleguen a publicar un libro, pero eso es lo de menos. Lo esencial es escribir para existir, escribir para recordar, escribir para seguir siendo parte del mundo. En cada hoja escrita por un adulto mayor hay una lección de resistencia, una afirmación de humanidad y un eco que nos invita a escuchar con respeto.

En La visión de lo invisible, esa es la invitación de hoy: mirar los cuadernos viejos, los diarios olvidados, las libretas con letras torcidas, y reconocer en ellos una forma de sabiduría. Porque cuando un adulto mayor escribe, no solo cuenta su historia: nos cuenta también la nuestra.

Comentarios: ultrared@hotmail.com


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