Editorial

Perspectiva: El Pesimismo

Por Redacción | lunes, 15 de diciembre de 2025

EMX-Perspectiva: El Pesimismo

Por Norma Bustamante


El pesimismo es el presentimiento de que las cosas van a salir relativamente mal, bastante mal o definitivamente catastróficas. Es un sentimiento real basado en nada, sólo especulaciones y dizque intuiciones porque nadie tiene el don de predecir el futuro. Yo intento rehuir a las personas pesimistas pero a veces me es imposible porque convivo con ellas muy de cerca. Cuando algunas de sus predicciones llegan a cumplirse hay que aguantar el “te lo dije” que repiten una y otra vez en tono triunfalista, sin embargo sé que detrás de cada pesimista se esconde una persona ansiosa que transforma su angustia en clarividencia para ocultar su desesperanza.
En mi niñez estuve rodeada de gente pesimista, la peor de ellas era tan cercana a mí que ahora que lo recuerdo no sé cómo sobreviví a sus desalentadores pronósticos. Cuando en una conversación normal yo empezaba a contarle lo que al día siguiente pensaba hacer, su respuesta era invariablemente la misma: “ya veremos, porque no sabemos si mañana vamos a vivir” Al paso de los años analizo que esa es una de las frases más devastadoras y pesimistas que escuché siempre y aunque me queda claro que era una manera de evitarme la decepción, no deja de ser terrible vivir la vida con ese ánimo.
El asunto con los pesimistas es que la mayoría de ellos están convencidos de que deben de prevenirnos de los acontecimientos terribles que sobrevendrán y desparraman sus frases y discursos negros. Arruinar las expectativas de los demás es parte de su tarea y casi creo que cuando vienen cosas malas que ellos anunciaron -que suceden realmente pocas veces-, sienten una enorme satisfacción, casi un gusto perverso.
Todos en algún momento pasamos por ratos o períodos de pesimismo, pero hacerlo una forma de vida es patológico y patético. Hay pesimistas de ocasión y se vale, cuando las cosas no están saliendo muy bien en nuestra vida, es muy difícil ver el futuro con esperanza, es humano, pero el pesimista de profesión no tiene remedio, es vitalicio, eterno y para siempre.
El pesimismo como todas las emociones negativas es tan peligroso que afecta directamente la salud e inhibe totalmente la felicidad, ésta, aunque es subjetiva, tiende a manifestarse como una sensación de bienestar o equilibrio físico y sicológico y ya la medicina incluso empieza a establecer relaciones directas entre salud y estado de ánimo. Mucho del estrés, la presión alta, los dolores de cabeza, de articulaciones, alergias y malestares estomacales que algunas personas manifiestan, son causados por los malos estados de ánimo, los binomios, sufrimiento-enfermedad y felicidad-salud son innegables Todos en algún momento los hemos experimentado.
Tuve una vecina que cada vez que salía yo con mi entusiasmo a toda prueba a trabajar en mi jardincillo, me lanzaba los peores augurios que lamentablemente casi siempre se cumplían: mis plantas se secaban o simplemente no prosperaban. Cuando ella se cambió de casa, mi higuera dio tres robustos higos, el pasto reverdeció y hasta el rosalito que estaba seco revivió. Me convencí entonces de que los pesimistas tienen tan malas vibraciones que afectan el medio ambiente. Me gustaría que mi ex vecina viera ahora mi jardín pero es imposible porque se murió de un cáncer fulminante que por cierto nunca predijo a pesar de su clarividencia.
El pesimista no ve el vaso medio vacío, lo ve absolutamente vacío y a veces ni ve el vaso. Son difíciles e intolerantes. Los clasifico por niveles del 1 al 10 y los reconozco en la primera conversación. No es posible librarse totalmente de ellos pero sí, protegerse el alma para que no nos destruyan el día o la vida completa. Hay pesimistas por todos lados, en la familia, en el trabajo y en los encuentros ocasionales. Yo trato de evitarlos para que no me arruinen la existencia.
Hay momentos en la vida cuando la desgracia se desploma sobre nosotros, en que es inevitable sufrir y llorar, pero en el resto del tiempo, cuando las circunstancias son tolerables y se enfrentan solamente contratiempos y malestares no debemos andar preocupándonos por las posibles tragedias que nos sobrevendrán. Huyamos del pesimismo, del propio y del ajeno. Por cierto yo ando huyendo de una compañera de trabajo que cuando le pregunto en la mañana, ¿Cómo estás? Su invariable respuesta es: ¿pues…qué te diré? En ese momento salgo corriendo, literalmente corriendo, ya sé lo que sigue, la narración de sus dificultades que ella confunde con tragedias y el vaticinio de todo lo malo que le va a pasar y que aún no le pasa, excepto cuando auguró que la abandonaría su marido, allí sí, sus predicciones pesimistas fueron acertadas, pero eso hasta yo ya lo veía venir. Creo que él se fue en un absoluto intento de sobrevivencia.
Porque la vida es dura, casi todos lo sabemos y nadie está exento de ser protagonista de una tragedia o de una desgracia. Pero no se vale sufrir por anticipado. Cuando esas desgracias llegan a nuestra vida y nos encuentran bien, con una buena carga de emociones positivas, seremos más resistentes para hacerle frente a la adversidad, que como todo, pasará y no se quedará para siempre.
viveleyendo.normabustamante@gmail.com