Editorial

Cuando el periodismo deja de servir a la sociedad

Por Redacción | jueves, 25 de diciembre de 2025

EMX-Cuando el periodismo deja de servir a la sociedad

Por Armando Maya Castro


En todos los países democráticos del mundo, el periodismo cumple una función pública elemental e irrenunciable, que contribuye de manera decisiva al fortalecimiento de la sociedad, al garantizar el derecho a la información, promover la transparencia y vigilar el ejercicio del poder.

La labor de las y los periodistas va mucho más allá de ofrecer información oportuna al público lector: implica observar y cuestionar a quienes detentan el poder, denunciar abusos y actos de corrupción, así como contrastar los hechos, para que la ciudadanía cuente con los elementos necesarios que le permitan forjar un juicio libre, crítico y consciente.

Muy distinta es la realidad en las naciones totalitarias, donde el periodismo deja de servir al bien común y se convierte, lamentablemente, en un instrumento de control. En esos contextos, la información es filtrada, la crítica silenciada y la verdad sustituida por propaganda oficial. Allí, el periodista que ejerce su labor con honestidad suele ser perseguido, pues la libertad de expresión representa una amenaza directa para los regímenes de corte autoritario.

Sin embargo, en algunas democracias surge otro problema: el libertinaje periodístico. Se trata de los excesos cometidos en nombre de la libertad de expresión, cuando esta se ejerce sin responsabilidad, sin rigor ético y sin respeto por la verdad. Es entonces cuando se difunden informaciones imprecisas, se privilegia el escándalo sobre los hechos y se vulneran, de manera lamentable, los derechos de las personas.

Esta forma de “periodismo” afecta no solo el derecho del público a estar debidamente informado, sino que también erosiona la credibilidad de los medios de comunicación, debilitando, en consecuencia, la confianza ciudadana en ellos.

La superación de estos vicios periodísticos solo será posible mediante el retorno a un periodismo serio, alejado del amarillismo y sustentado en la ética, el respeto a los hechos y la responsabilidad social.

Asimismo, es urgente abandonar la práctica de informar por consigna, siguiendo directrices religiosas, políticas o empresariales con el propósito de desprestigiar a personas o grupos, o de influir de manera sesgada en el ánimo de la opinión pública.