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Científicos lograron recrear el legendario azul egipcio, un pigmento perdido hace 5.000 años

Por Redacción | martes, 10 de junio de 2025

EMX-Científicos lograron recrear el legendario azul egipcio, un pigmento perdido hace 5.000 años

Un equipo internacional ha resucitado doce versiones del tono, famoso por su uso en arte y arquitectura faraónicos


En el universo de los pigmentos históricos, pocos descansan sobre los cimientos de una tradición tan antigua y enigmática como el azul egipcio. Considerado el pigmento sintético más antiguo de la humanidad, este color fascinante no solo ilustró templos, estatuas y relieves del Egipto faraónico, sino que también atravesó civilizaciones y milenios, dejando un legado que hoy resurge gracias al trabajo multidisciplinario de científicos capaces de traer del pasado técnicas olvidadas. Investigadores de la Universidad Estatal de Washington, en colaboración con instituciones como el Instituto de Conservación del Instituto Smithsoniano y el Museo Carnegie de Historia Natural, han logrado recrear doce variantes históricamente fieles de este pigmento, aportando información inédita sobre su gama cromática, composición y potencial para la ciencia y la conservación.

Una gama perdida y recuperada: el redescubrimiento del azul egipcio

El azul egipcio jamás fue una tonalidad única. Según el análisis de artefactos y recetas antiguas, los tintes elaborados durante la IV Dinastía de Egipto abarcaron desde profundos azules atlánticos hasta grises tenues y verdes discretos. Esta gama, que respondía a variaciones en ingredientes y procesos, permaneció en la sombra durante siglos debido a la pérdida de las recetas originales para la época del Renacimiento. Desde entonces, los intentos de reproducirlo se enfrentaban a lagunas históricas difíciles de superar.

El reciente avance científico consiste en la recreación de doce variantes del azul egipcio, todas con características diferentes en cuanto a tono y viveza, resultado de alteraciones mínimas en los métodos de fabricación y en las proporciones de ingredientes. Esta reproducción no solo representa un hito en la investigación arqueológica y artística, sino que también amplía el repertorio de colores disponibles para restauraciones fieles de reliquias y obras egipcias, devolviendo al mundo la riqueza cromática que los antiguos artesanos sabían manipular a la perfección.

Un pigmento con historia: origen y evolución del azul egipcio

El surgimiento del azul egipcio se remonta a hace unos cinco mil años, situando su invención en la IV Dinastía, aproximadamente entre los años 2613 y 2494 a.C. Este pigmento, elaborado a partir de silicato de calcio y cobre en combinación con otros componentes, ofrecía a los artesanos egipcios la oportunidad de obtener una gama cromática antes reservada a materiales costosos y difíciles de conseguir como el lapislázuli o la turquesa. Con el tiempo, la técnica fue adoptada por los romanos como alternativa económica y eficiente.

El azul egipcio logró posicionarse como la referencia obligada en decoración arquitectónica, estatuaria y objetos rituales a lo largo de la antigüedad. No obstante, la transmisión de las recetas se perdió definitivamente para la época renacentista, limitando hasta hace poco el conocimiento preciso sobre su elaboración y uso. Esta interrupción convirtió al azul egipcio en un misterio arqueológico y científico, cuya historia se fue reconstruyendo con fragmentos de análisis mineralógico y artístico hasta los trabajos recientes.

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Propiedades únicas con relevancia moderna

La importancia del azul egipcio no recae solo en su valor histórico y artístico, sino en sus propiedades físicas y químicas inusuales. A diferencia de otros pigmentos de origen mineral o vegetal, el azul egipcio posee la capacidad de emitir longitudes de onda en el infrarrojo cercano, invisibles para el ojo humano. Esta particularidad lo perfila como una herramienta valiosa en distintas áreas científicas y tecnológicas.

Entre sus aplicaciones está la lucha contra la falsificación, ya que su emisión infrarroja puede emplearse como un marcador invisible en documentos o bienes de alto valor. Además, se exploran usos en el ámbito forense, como la mejora en la identificación de huellas dactilares y, en el campo de la física, la posibilidad de desarrollar superconductores de alta temperatura. Todo ello convierte al azul egipcio en un pigmento que trasciende lo arqueológico para instalarse como un recurso de vanguardia en la investigación actual.

El proceso científico para recrear el pigmento

La recreación del azul egipcio moderno no fue un simple ejercicio de copia. El ingeniero de materiales John McCloy y su equipo partieron de una lista de posibles materiales seleccionados tras consultas con mineralogistas y egiptólogos. Utilizaron mezclas de calcio, cobre, dióxido de silicio y carbonato de sodio, manipulando cuidadosamente las proporciones e investigando las condiciones de cocción idénticas a las alcanzables en el antiguo Egipto.

Si bien los resultados se detallan en un estudio publicado en npj Heritage Science, el primer autor e ingeniero de materiales de WSU, John McCloy, dijo que el proyecto comenzó como algo mucho más informal.

“Comenzó simplemente como algo divertido de hacer porque nos pidieron que produjéramos algunos materiales para exhibir en el museo, pero hay mucho interés en el material”, dijo en un comunicado.

Las muestras se calentaron entre una y once horas a unos 940 °C y, posteriormente, se enfriaron a distintas velocidades. Una vez obtenidos los pigmentos, los investigadores aplicaron técnicas modernas como la difracción y el microanálisis de rayos X, así como la nanotomografía computarizada, para comparar los resultados no solo entre sí, sino también frente a artefactos auténticos egipcios, incluyendo fragmentos de cartonaje empleados en máscaras mortuorias.

Uno de los hallazgos destacados fue el fuerte impacto de pequeñas variaciones en el proceso sobre el color final: los enfriamientos más prolongados resultaban en azules profundos, mientras que los más rápidos generaban grises pálidos y verdes. A pesar de la mezcla de componentes, la cuprorivaíta —el mineral natural más cercano al azul egipcio— se comprobó como la base determinante para la tonalidad, encapsulada durante el proceso en partículas incoloras como el silicato.

Esta encapsulación explicaba, según los científicos, la uniformidad visual del pigmento a pesar de la diversidad de su composición: aunque cada partícula contenía distintas “impurezas”, el color predominante permanecía gracias a la cuprorivaíta.

El equipo logró establecer recetas precisas de azul egipcio fieles a los ejemplos antiguos y reveló cómo la técnica artesanal permitía obtener una gran gama cromática a partir de ligeras modificaciones. Estos doce nuevos pigmentos no solo tienen relevancia para la conservación y restauración de objetos históricos, sino que permiten avanzar hacia una representación más rica y precisa de la vida y el arte en el antiguo Egipto.

-Con información de Infobae