Tijuana

Debilitado en su salud, Pepe Bravo tuvo que tomar la decisión más difícil, separarse de El Mexicano para atenderse con calma y dedicación, y aunque así lo hizo, se fue deteriorando pese a someterse a una cirugía el pasado lunes 13 de octubre; siendo la mañana del miércoles 15, cuando se despidió de este plano terrenal.

Tal noticia impactó a todos los compañeros y directivos que laboramos en El Mexicano, lamentando su partida, pero a la vez recordando varias anécdotas o conversaciones en las que le gustaba compartir el gusto por sus viajes, por lo delicioso que comía la gastronomía mexicana, sin importar que subiera unos kilos a su regreso a Tijuana, siempre habrá tiempo de bajar decía alegre, todavía relamiéndose los bigotes, por así decirlo.

Uno de sus compañeros, José María Martínez Gutiérrez, conocido como Chema, dijo recordar que en una ocasión platicaban varios en el estacionamiento del periódico, entre ellos Santiago, Rigo, Oscar (el ingeniero de sistemas), evidentemente Pepe y el propio Chema.

“Después de unas horas de compartir, le pregunta Pepe a Santiago: ¿a qué hora te vas a ir? Y Santiago le respondió: ¡ya, vámonos! y se encaminaron a la salida, pero a solo unos pasos adelante le dice Pepe, ¿y tú carro?, ¿cuál?, le dijo Santiago, nos vamos a ir en mi Doch Patas; a no, mejor me regreso”, ocasionando la risa de todos.

Sin duda alguna se le va a extrañar en los pasillos de El Mexicano, pues Pepe Bravo siempre se distinguió por estar a la vanguardia, desde sus inicios en el Gran Diario Regional, no dudó en ponerse a estudiar para poder manejar las computadoras y los nuevos sistemas de software que se iban integrando, y no podía quedarse atrás.

Siempre de buen humor, pendiente y atento a todo lo que ocurría en el mundo para que no se fuera la nota en el periódico; amable, alegre y respetuoso, Pepe Bravo dejó huella, y siempre será recordado con cariño. Vuela alto compañero y Descansa en Paz.