Editorial

PERSPECTIVA NORMA BUSTAMANTE

Por Redacción | lunes, 12 de febrero de 2024

EMX-PERSPECTIVA NORMA BUSTAMANTE


Ayer me preguntaron que por qué escribía. La pregunta no exenta de una cierta ironía, me provocó contestar con otra pregunta, ¿Y tú por qué no escribes?

Creo que escribir es un acto natural o debería serlo, es una expresión tan normal como hablar, aunque reconozco que para todos no lo es, por muchos motivos.

Si bien creo que lo dicho por Thomas Mann de que un escritor es una persona para la cual es escribir es más difícil que para el resto de la gente, me acerco más a la reflexión de Augusto Monterroso que decía, cuando tengas algo qué decir dilo, si no, también. Creo que todos tenemos algo qué decir, entonces todos deberíamos estar escribiendo.

Y es que se cree que escribir es exclusivo de poetas o de novelistas, que se debe nacer con un don especial, no es así, todos podemos hacerlo, también hay quienes creen que escribir es una actividad anticuada, aburrida e inútil. Y en esas creencias no es sencillo despertar ni el gusto por la escritura y tampoco por la lectura. He desistido de intentar levantar el entusiasmo por esas actividades, me he rendido.

Se cree que con las nuevas formas de comunicación escrita ya ni siquiera hace falta conocer gramática, ortografía o puntuación. Cuando se piensa que los abogados, politólogos, matemáticos, sociólogos, médicos o ingenieros les es suficiente conocer el lenguaje especializado de sus respectivas disciplinas, entiendo el porqué de mi soledad.

Leer más allá de lo necesario es cada vez más escaso y escribir pareciera posible sólo si se recibe un llamado misterioso, como si se tratara de un destino marcado por inspiración de musas que aparecen y desaparecen a capricho. Nada de esto es verdad, es mucho más sencillo. Es simplemente, hablar en silencio y ponerlo en una hoja de papel.

Hay grandes mitos acerca de la escritura que inhiben quizás el acto de escribir, uno de ellos es el que se refiere a la relación entre el autor y el personaje, generalmente se cree que el cuento o la novela son intentos por dar vida a los fantasmas o demonios que atormentan la vida del escritor, eso no es verdad, hay toda una teoría sobre ese tema de Jorge Luis Borges.

 Lo preocupante de ese mito, de lo autobiográfico, es que terminan por inventarle una biografía al autor que generalmente es falsa, hay mucho más autobiográfico en las novelas históricas como en El Patriarca, en la que García Márquez habla de la soledad del poder refiriéndose al Patriarca, cuando se refiere en realidad a su propia soledad en la plenitud de la fama. Lo mismo hace Alejo Carpentier al describir el exilio de un dictador en París y no es más que su propio exilio parisino. En cambio en el caso de las novelas supuestamente autobiográficas, el autor al hablar de su propia vida, termina ficcionándola de tal manera que al final no se reconoce en esa vida que ha inventado tratando de reconstruir la suya.

Hay quién dice que “somos lo que comemos” y yo agregaría, somos lo que leemos y también somos lo que escribimos. Uno de los grandes desafíos de la escritura es saber qué queremos trasmitir y a veces eso provoca incertidumbre al dudar de nuestras propias ideas. He aprendido que la modestia cuando se trata de escribir no sirve para nada, no hay que tenerle miedo a las palabras, se trata simplemente de decir las cosas, de comunicar las ideas sin temor. Autocensurarse antes de escribir es común. Escribir puede ser altamente disfrutable, Orhan Pamuk dice que la novela es una segunda vida. Lo comparto totalmente.

Pero si la lectura hace a los hombres diferentes a las mujeres mucho más, leemos de forma distinta, leemos movidas por la pasión y sin apartarnos del mundo lo percibimos con más nitidez. Estamos por un cambio en los planteamientos vitales femeninos. Leer no es huir de la realidad sino analizar y renovar la vida.

Serà por eso que se dice que las mujeres que leen son peligrosas. Y las que escriben, mucho más.
viveleyendo.normabustamante@gmail.com