Editorial

PERSPECTIVA: PILAR Y ROBERTO

Por Redacción | lunes, 2 de junio de 2025

EMX-PERSPECTIVA: PILAR Y ROBERTO

Por Norma Bustamante


Hacía doce años exactos que no nos veíamos. Vivíamos en ciudades distintas y lo que un día nos mantenía unidas se terminó, yo concluí mi responsabilidad laboral, ella se quedó. Ella sobrevivió todos los cambios administrativos y permaneció haciendo crecer cada vez más el entorno cultural de su ciudad. Como suele suceder, la vida y sus quehaceres nos separan de las cosas y de la gente.
 Hace dos semanas pasé por su ciudad y la vi, allí mismo, en ese santuario de cultura que era de ella porque sin serlo, nació con ella y vivía por ella. Me encontró cuando yo iba saliendo ya y gritó mi nombre, todos voltearon, yo también. Ingrata me dijo, te ibas sin buscarme. Yo, siempre con prisa me justifiqué diciendo no sé qué cosas. Vamos a mi oficina, tomemos un café, me dijo, entusiasmada y con esa su risa contagiosa de siempre me animaba a hacerlo. No puedo, le dije, me esperan, insistió pero se dio cuenta que mi prisa era real o eso parecía, entonces allí, en la puerta de salida reanudó aquella conversación interrumpida hace tantos años. Son otras las razones, nos contamos, son otros los amores, son otras las tristezas. Nos pusimos al día, un poco, lo que puede una ponerse al día en diez minutos. El reloj como siempre acuciante, los otros que no esperan. Me voy, le dije, pero te prometo venir pronto. Cuando pase por esta ciudad, pararé y nos tomaremos ese café tan prometido. Subí al auto que me esperaba ya con el motor encendido y desde allí le dije adiós a mi amiga que sin perder la sonrisa me despedía con el brazo levantado. Vuelve, no te desaparezcas. Y juro que en ese momento pensé en hacerlo lo antes posible. Volver a charlar con Pilar, para actualizar la vida y para recibir de ella, lo que siempre regalaba a manos llenas, entusiasmo y alegría.
Sólo fueron unos días, menos de una semana, apenas el jueves, cuando me llegó el mensaje. Se murió Pilar, así simplemente. Luego fue cosa de llamar y preguntar, todo confuso, lo único claro es que ya no está y no tuve tiempo de tomar un café en su oficina.
Ayer me preguntaba quién va a poder sustituirla, una mujer así, ya no hacen muchas, pensé en hablar con Roberto y contarle lo de Pily, así le decían. Roberto, también lejos, pero siempre tan al pendiente. Pospuse la llamada, como siempre, la urgencia de todo y ese todo tan demandante. Roberto siempre soportaba mis silencios sin reproche alguno . Me enviaba mensajes y me decía, no dejes la poesía. No Roberto, no la dejo, la poesía me ha dejado a mí, ya no le gusto, creo que siente que la he traicionado. Estamos ahora tan divorciadas.
Ayer y aun sin creer lo de Pilar, decidí arrebatarme el tiempo y conversar con Roberto, de los libros que no hemos leído, de los planes que tiene porque él sigue férreo en la literatura, media hora, me dije, tan sólo media hora, media hora para escuchar sus versos y convencerme de que aunque yo ya no estoy allí, ese mundo existe.
Y entonces, llegó el mensaje. De un desconocido que me avisó así, tan de repente como lo de Pily, escueto y claro, le comunicamos que Roberto ha muerto hoy, estamos avisando a sus amigos.
Y ya no supe qué hacer. Ni a quién decirle. Fui al librero, que se sorprendió de mi visita, encontré algunos libros de Roberto, de cuando venía acá a los recitales y compartía su talento y sus visiones y sin creer aún que ya no está, empecé a recitar su poesía, con la esperanza de que su alma aún anduviera por aquí y pudiera escucharme.
Sólo se me ocurrió leer en voz alta un poema suyo y ponerlo en su buzón, ese que ya no contestará porque se fue así, sin un aviso previo de que se andaba despidiendo y allí se quedaron todas las conversaciones pendientes y todos los versos sin escribir, en un limbo cruel como seguro son todos los limbos de la muerte.
“ Si la vida se acaba, no hagan caso/ Si una mañana no estoy aquí ya más/ acomoden mis cosas, resérvenles un lugar/ y denle acomodo al corazón de nueva cuenta/ Si un día no puedo compartir comida y tiempo/ dividan en tres la nueva vida/ y una vez cada cinco años, diez, alguna vez/ cosechen una flor y bailen una samba sin dolor, sin llanto/ que ahí estaré bailando y cantando con ustedes”
María Pilar Silva, Coordinadora del Centro Estatal de las Artes de Tecate Baja California
Roberto Arizmendi, Poeta, profesor investigador, Autor de 58 libros y más de 50 ensayos sobre cultura y educación, poemas suyos han sido traducidos al náhuatl, francés, italiano, inglés, alemán y portugués.
viveleyendo.normabustamante@gmail.com