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Trump visita centro migratorio rodeado de caimanes en Florida: “Por si se escapan”
Por Redacción | martes, 1 de julio de 2025
El presidente asegura que la cárcel, que tendrá una capacidad de 5.000 camas, es un modelo para el resto del país
Florida inauguró este martes un nuevo centro de detención para inmigrantes en los Everglades, levantado en menos de dos semanas pese a las protestas de los residentes y la confusión reinante entre las autoridades locales. El nombre que eligió el Gobierno del Estado para el centro, Alligator Alcatraz, parecía diseñado para captar la atención del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien en efecto mostró su agrado por la iniciativa. El mandatario viajó para asistir a la inauguración mientras, en Washington, el Senado terminaba de debatir y aprobaba su ley fiscal, a la que ha llamado “grande y hermosa”, que prevé más fondos para impulsar su ofensiva contra la inmigración.
Antes de salir de Washington para inspeccionar el nuevo centro, el presidente Trump bromeó ante la prensa sobre los futuros residentes de la prisión: “Les vamos a enseñar cómo huir de un caimán si se escapan”. “No corran en línea recta. Corran así”, dijo mientras movía la mano en forma de zigzag. “¿Y saben qué? Sus probabilidades aumentan alrededor de un 1%”.
Cuando llegó a Alligator Alcatraz, pasadas las 11 de la mañana hora local, para recorrer las instalaciones junto al gobernador del Estado, Ron DeSantis, el presidente comentó que DeSantis había hecho un trabajo “hermoso” con el centro de detención y agregó que Florida podría ser un modelo para el resto del país. “No dejen que Florida sea el único Estado”, señaló, por su parte, DeSantis. “Creo que esto es un modelo, pero necesitamos que otros Estados también den un paso al frente”.
La nueva cárcel está ubicada en medio de los Everglades, el extenso sistema de humedales de unos 6.000 kilómetros cuadrados al oeste de Miami y en el centro de la península de Florida. Las autoridades locales utilizaron las instalaciones del viejo Aeropuerto Dade-Colier para construir el centro: levantaron carpas de lona para albergar a los inmigrantes, instalaron lavabos portátiles y estacionaron decenas de tráileres. Se espera que el centro tendrá una capacidad de 5.000 camas, y que el costo total de la instalación sea de aproximadamente 245 dólares por cama por día. Este gasto será asumido por el Estado de Florida, que presentará solicitudes de reembolso a la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) y al Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
La alcaldesa demócrata del condado de Miami-Dade, Daniella Levine-Cava, ha mostrado su oposición al nuevo centro. Su equipo se opuso a la premura del Gobierno de Florida para empezar a construir las instalaciones en una propiedad por la que inicialmente le ofrecieron 20 millones de dólares para comprarla.
El Aeropuerto Dade-Colier comenzó a construirse en la década de los sesenta como un ambicioso proyecto, pero su construcción fue truncada por intensas batallas en los tribunales de grupos locales de protección al medio ambiente para proteger el frágil ecosistema de la zona.
Solo se completó una pista de aterrizaje de unos 3.200 metros de largo —suficientemente grande como para aviones comerciales— que hasta ahora solo se usaba para entrenamiento de pilotos y algunas operaciones militares. Jeremy Uthmeier, el fiscal general de Florida y principal cerebro detrás del nuevo centro de detención, insinuó que podría recibir aviones de la fuerza aérea.
La única vía de acceso al lugar, la carretera Tamiami Trail, que atraviesa la península de Florida desde Miami, en el este, a Naples, en el oeste, a través de zonas protegidas de la reserva Big Cypress y los pequeños pueblos de las tribus originarias Miccosukee y Seminole, estaba llena de patrullas desde el martes. En la entrada del aeropuerto, un cordón de la policía de Collier impedía el acceso al sitio.
Trump fue recibido con protestas. Cientos de personas se manifestaban en el lugar desde que se supo que el Gobierno trabajaba en abrir el nuevo centro, y grupos de protección al medioambiente demandaron al Estado de Florida a finales de la semana pasada para detener la construcción del centro. Aseguran que la cárcel viola leyes nacionales y federales de protección y que las autoridades estatales se saltaron los procesos de control requeridos, además de echar por la borda numerosos esfuerzos de restauración que “le han costado miles de millones a los contribuyentes”. DeSantis ha defendido el proyecto, argumentando que es temporal y tendrá efectos mínimos en el medio ambiente, que el aeropuerto ya existía y que el centro de detención es necesario para abordar la “crisis migratoria”.
Este martes, los manifestantes cargaban con carteles y pancartas con mensajes como “Jesús era inmigrante”, “No a la gestapo del pantano” y “Nadie es inmigrante en tierra robada”, y coreaban con megáfonos eslóganes como “Alligator Alcatraz: Decimos no” o “No odio, no miedo, todos son bienvenidos”.
Uno de los manifestantes, Ángel, dijo que Alligator Alcatraz era “el nombre correcto” para lo que describió como un “campo de concentración”, como “los que hicieron los nazis”. El joven se tapaba la cara con un pañuelo y pidió no usar su nombre completo porque, aunque nació en Miami, sus padres son cubanos, y temía que los agentes de inmigración “atacaran” a su familia.
En la protesta no había muchos hispanos, bien porque muchas personas de esa comunidad tienen miedo de mostrar su repulsa o bien porque otros están de acuerdo con lo que está pasando, aseguró Ángel. En su misma familia hay divisiones entre quienes apoyan las políticas de Trump y quienes se oponen. “Por esas divisiones están pasando cosas como esta ley para atrapar a los inmigrantes que aprobó la Ciudad de Miami”, dijo sobre la llamada 287(g), un acuerdo de las autoridades locales para colaborar con las federales de inmigración.
También había partidarios del presidente en el lugar. Shaunce O’Connor, residente de Westchester, un suburbio al oeste de Miami, viajó hasta el sitio en una scooter eléctrica con una bandera que decía “Trump ganó”, y una imagen del presidente. O’Connor dijo que, si bien le preocupa el medio ambiente y no está de acuerdo con “muchas cosas que ha hecho” el gobernador DeSantis, había recorrido más los más de 60 kilómetros desde su casa para “mostrar su apoyo del 100%” al presidente Trump y las leyes de Estados Unidos.