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Desde este viernes, miles de fanáticos nacionales y extranjeros se congregan en el circuito para presenciar los ensayos y clasificaciones previos a la gran carrera del domingo 26 de octubre. El ambiente es una mezcla única de pasión automovilística, cultura mexicana y fiesta popular, que convierte a la Ciudad de México en el epicentro mundial del automovilismo.

El evento, que representa la vigésima ronda del campeonato mundial de F1, contará con la presencia de los principales pilotos de la parrilla —Max Verstappen, Lewis Hamilton y Charles Leclerc— quienes buscan sumar puntos cruciales en la temporada. Sergio “Checo” Pérez no participa este año, pero se espera su regreso en la próxima temporada con la escudería Cadillac, generando gran expectativa entre sus seguidores.

Más allá de las curvas del Hermanos Rodríguez, la ciudad vive el evento como una auténtica fiesta nacional. Los alrededores del autódromo están llenos de zonas interactivas, música en vivo, simuladores de carrera y puestos de tacos, elotes y churros, que ofrecen a los asistentes una experiencia tan mexicana como internacional. En los Fan Zones, el público participa en el “Pit Stop Challenge” y se toma fotos en réplicas del podio.

Hoteles y restaurantes reportan una ocupación superior al 90%, con una derrama económica estimada en más de 20 mil millones de pesos, consolidando al Gran Premio como uno de los eventos más rentables y esperados del calendario deportivo mexicano.

Las autoridades capitalinas implementaron un amplio operativo de movilidad y seguridad para garantizar el flujo de asistentes, recomendando el uso del transporte público ante los cierres en zonas cercanas a Ciudad Deportiva.

El Gran Premio de México no solo es una carrera: es un símbolo del entusiasmo, la creatividad y el espíritu festivo que caracterizan al país. Cada rugido de los motores se mezcla con gritos, banderas y el orgullo de una afición que transforma el autódromo en un mar rojo, blanco y verde, mientras esperan el regreso de Checo Pérez con Cadillac.