Editorial

PERSPECTIVA: SEPTIEMBRE MES DE LA PATRIA

Por Redacción | lunes, 8 de septiembre de 2025

EMX-PERSPECTIVA: SEPTIEMBRE MES DE LA PATRIA


A escasos días de celebrar la noche del grito de Independencia y el posterior desfile del día 16, es interesante preguntarse qué tanto conocimiento tenemos de estas fechas que convirtieron lo que ahora es la nación mexicana y de lo complicado y profundo que fue este movimiento independentista.

Pocas revoluciones y luchas sociales ofrecen a primera vista las incongruencias aparentes que se reflejan en la Independencia de México, Muchos de los precursores del movimiento se convierten en sus enemigos en el momento en que estalla y los que iniciaron, no lo consumaron, sino sus antagonistas. Esta paradoja se suma a otros sucesos que se entremezclan y se superponen a lo largo de los siguientes años.

La interpretación primaria sobre la Independencia mexicana suele enfrentar dos polos opuestos. Quienes la ven como una reacción tradicionalista en defensa de los valores hispánicos amenazados -toda vez que el rey de España había caído ante Francia y quienes en otra interpretación inversa, afirman que surge como resultado de una conmoción universal provocada por los movimientos de la Ilustración en Francia y que estaban afectando en varias partes del mundo.

Sin lugar a dudas, las dos teorías se complementan y hay razones en ambas, ya que el poder económico de la Nueva España radicaba en los españoles nacidos acá, los criollos, que vieron en la caída del rey español la oportunidad de defender sus poderosísimos intereses, los que tenían y los que esperaban ser explotados. La situación los colocaba en un horizonte de posibilidades hasta entonces cerradas por el férreo control que ejercía la madre patria.

Los criollos promovían la separación de España. Ya desde años antes se observaban movimientos sociales organizados por ellos, pero todo se salió de control, fue la conspiración de Querétaro la que definió las posiciones. Había que decidir cual bando tomar y en medio de las dudas e incertidumbres, surge la figura de Miguel Hidalgo que tiene que tomar partido y así lo manifiesta. “Caballeros, no hay más camino que ir a coger gachupines”. Todos tratan de disuadirlo por esta pronta y temeraria decisión y él la justifica diciendo que los europeos querían entregar el reino a los franceses.

Enarbolando el estandarte de la virgen de Guadalupe, el pueblo lo sigue como a un santo, ante él se arrodillan incluso sacerdotes, deja entonces de aparecer como un embajador de los criollos y se convierte de inmediato en el líder del movimiento independentista representando a una enorme comunidad humana, los indios, la plebe. Esto sucede porque Hidalgo se identifica inmediatamente con esa enorme masa originaria de todo orden social: el pueblo y lejos de imponerle sus ideas, deja que el mismo pueblo se las dicte.

El movimiento popular desborda a Hidalgo y se convierte en una figura impulsada por una fuerza que arrastra a su propio iniciador. Es entonces, el cura de Dolores el portavoz de la conciencia popular, rebasado por la rebelión de las clases proletarias que en su miseria y su falta de organización les había impedido proyectarse.

Hidalgo, revestido por la autoridad que el pueblo le había concedido, abole la esclavitud, la distinción de castas, decreta confiscación de bienes a los europeos quienes pasan a ser los personificadores del mal y surgen movimientos independentistas en todo el territorio.

Los criollos de la clase media se encuentran entre dos fuegos, si bien promovieron el origen del movimiento nunca pensaron que tomaría tal fuerza, la rebelión de las clases trabajadoras. En el dilema político que se plantea, eligen por el pueblo, mejor dicho, por utilizar el movimiento en su propio provecho. Allí empieza la historia del México independiente que tardaría muchos años más en consolidarse, pero esa, es otra historia.

viveleyendo.normabustamante@gmail.com


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