Fama

El evento, que reunió a 40 mil fanáticos de todo el mundo, fue un emotivo reencuentro de los cuatro miembros originales: Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, quienes no tocaban juntos desde hace más de 20 años. La presentación, organizada como un festival de metal, contó con la participación de bandas como Metallica, Slayer, Pantera, Anthrax, Gojira y Alice in Chains, además de un supergrupo liderado por Tom Morello, guitarrista de Rage Against the Machine.

Ozzy, de 76 años, ofreció un set especial con su banda solista y posteriormente se unió a Black Sabbath para interpretar los himnos que definieron el heavy metal. A pesar de sus problemas de salud —padece Parkinson y ya no puede caminar con normalidad—, su voz se mantuvo firme y su presencia arrancó ovaciones del público. “Es mi último encore”, declaró días antes del concierto.

La crítica especializada ha catalogado el concierto como “el mejor espectáculo de heavy metal de la historia”. Para los miles de asistentes, fue más que una despedida: fue un regreso simbólico a los orígenes del género que cambió el rumbo de la música moderna.

Con este cierre en casa, Black Sabbath y Ozzy Osbourne dijeron adiós no solo a los escenarios, sino a una era completa. “Volvimos al principio para cerrar el círculo”, dijo Iommi al finalizar. Y así, en la ciudad donde todo comenzó, el heavy metal bajó el telón con honor.