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Irán lanzó una ofensiva con más de 150 misiles balísticos y 100 drones dirigidos contra ciudades israelíes como Tel Aviv, Haifa, Bat Yam y Rehovot. Las autoridades israelíes confirmaron la muerte de al menos 14 civiles y reportaron cientos de heridos, además de daños a infraestructura clave.

En represalia, Israel ejecutó múltiples ataques aéreos contra instalaciones estratégicas en Irán. Entre los objetivos atacados se encuentran centros militares, ministerios y, según reportes no oficiales, una planta nuclear en desarrollo. Las autoridades iraníes reconocieron más de 220 muertos y al menos 1,000 heridos en su territorio.

Uno de los golpes más significativos fue el presunto asesinato del jefe de inteligencia de la Guardia Revolucionaria, Mohammad Kazemi, y su adjunto, lo que marca un duro golpe al aparato de seguridad iraní.

Los países del G7 celebraron una reunión extraordinaria donde hicieron un llamado al cese inmediato de hostilidades. Estados Unidos, Reino Unido y Alemania reforzaron su presencia militar en la región, y muchos gobiernos emitieron alertas de evacuación para sus ciudadanos en Israel, Irán, Líbano y Siria.

El espacio aéreo de varias naciones fue cerrado temporalmente, mientras que vuelos comerciales fueron suspendidos en amplias zonas de Medio Oriente. En tanto, las embajadas y consulados permanecen en alerta máxima.

El gobierno iraní declaró que “continuará las represalias mientras los ataques persistan” y acusó directamente a Israel y a sus aliados de “actos de guerra”. Por su parte, el primer ministro israelí advirtió que "Teherán será responsable de cada baja civil" y prometió “respuestas sin precedentes”.

Expertos en geopolítica alertan que esta confrontación podría derivar en una guerra regional si actores como Hezbollah o milicias chiitas apoyadas por Irán deciden intervenir, abriendo múltiples frentes de conflicto.

La escalada entre Israel e Irán no es un conflicto aislado: representa una profunda crisis regional con implicaciones globales. Con ambos gobiernos reafirmando su disposición a continuar la ofensiva, el reloj de la diplomacia corre en contra.