Editorial

El Incipit; Perspectiva Norma Bustamante

Por Redacción | lunes, 21 de abril de 2025

EMX-El Incipit; Perspectiva Norma Bustamante

A mitad del camino de mi vida, me encontré en una selva oscura, por haberme apartado de la recta vía. Así inicia la monumental obra clásica de la literatura: La Divina Comedia de Dante Alighierie, que después de 800 años, cobra mayor e inusitada fuerza.


Yo la leí tarde en la vida e impresionada por ese enunciado inicial, se lo declamé con gran entusiasmo a una amiga que entonces cumplía 30 años - Socorro, -le dije- estás exactamente en la mitad del camino de tu vida- y ella me contestó, - te equivocas amiga, pienso vivir más de 60.-
Al año siguiente se murió.

Pero no voy a contar ahora la historia de mi amiga muerta, sino resaltar la importancia del Incipit, que es la frase, el enunciado, las palabras con las que empieza una narración. Casi todos los escritores coinciden en que lo que bien empieza bien acaba y si el Incipit es fuerte y atractivo, el riesgo de que la obra sea una mamarrachada es mínimo.

En el caso de La Divina Comedia y su famoso Incipit, hay coherencia, el poema es la obra maestra de la literatura italiana y de la literatura clásica mundial y desde las primeras líneas el lector queda atrapado ante la fuerza de la narración.

Quien ya leyó Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez quizás no pueda recordar a todos los Aurelianos y demás personajes de la novela, pero jamás se olvidará del famoso Incipit que dice: “Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.” Con eso, ya nos enganchó y no soltamos el libro.

Y el Incipit literario también vale para las canciones por supuesto, Facundo Cabral, el malogrado cantautor, me subyugó con aquella hermosa canción que empezaba “Hay medio mundo esperando con una flor en la mano y la otra mitad del mundo, por esa flor esperando”, el punto clave de la mala comunicación humana, está en esas sencillas frases de Cabral.

Y siguiendo por los rumbos de las letras de las canciones, hay algunas que rompen el alma a pedazos desde el principio: “Ya es inútil que vuelvas, lo que fue ya no es, es inútil que quieras comenzar otra vez, no interrumpas mi vida, yo no te puedo amar….” Una Página Más con los Cadetes de Linares, poesía pura.

“Puedo escribir los versos más tristes esta noche”, el famoso Incipit de 20 poemas de Amor y una canción desesperada, es sin duda, la promesa de la magnífica poesía de Pablo Neruda y “¿En qué momento se jodió el Perú?”, la pregunta que abría las infinitas posibilidades de una narración extraordinaria como lo es Conversación en la Catedral, es la de Mario Vargas Llosa, que sabía de la importancia de esa puerta de entrada a la obra literaria.

Bien, pero recapitulemos, el Incipit más famoso de la historia tendría que ser: “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.” Cervantes por supuesto, Don Quijote de la Mancha.

¿Y qué les parece César Vallejo y sus Heraldos Negros?: “Hay golpes en la vida tan fuertes, yo no sé, golpes como el odio de dios”, parece que ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma.

El Incipit es definitivamente la apertura a la obra literaria, promete lo que encontraremos después, si el Incipit es bueno lo que sigue será mejor.

Y cómo olvidar este Incipit: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”, memorable la obra del clásico mexicano y universal Juan Rulfo.

En particular me gusta porque me recuerda hace muchos años cuando yo era niña en que una noche espantosamente fría tocaron a la puerta, era un joven que venía buscando a José Bustamante, mi papá y por lo que me enteré, también de él. “Vine a Mexicali, -dijo el joven- porque me dijeron que acá vivía mi padre.” Nadie en este tiempo en la casa había leído a Rulfo, qué lástima, quizás si mi madre lo hubiera hecho, no hubiera salido presa de furia, y corrido con gritos histéricos al que seguramente era mi medio hermano y al cual nunca más volví a ver.